miércoles, 27 de noviembre de 2019

El oro líquido


En esta nueva entrada voy a tratar el producto estrella de la cocina mediterránea, el aceite de oliva, que últimamente está sufriendo muchos reveses en forma de tratados económicos, sobre todo por culpa de aranceles. Sin embargo, este no es el único problema con el que se está encontrando. 


Comencemos hablando del consumo, y más concretamente del mercado español, que es el principal consumidor del mundo. Aquí nos encontramos con el primer escollo. Para el consumidor patrio, el aceite de oliva se ha convertido en un producto indiferenciado, de escaso valor añadido. El aceite de oliva ha pasado a ser considerado como una grasa alimenticia más. El principal beneficiado en nuestro país está siendo el aceite de girasol, que ya representa el 40% del consumo de aceite de nuestro país.

En España, al consumidor solo le importa comprar al precio más bajo. Y es así como el mercado español ha acabado por estar dominado en un 65% por las marcas blancas. Si bien aquí hay que matizar, ya que existen marcas blancas de una calidad excelsa, y de precio incluso superior a los marquistas.

Este proceder del consumidor español, se puede empezar a observar en otros mercados con alto potencial de crecimiento tanto en volumen, como en margen. En estos mercados, los clientes potenciales también se decantan por el precio, y no por la calidad del producto. Alguno de estos mercados son: Reino Unido, Alemania u Holanda. Sin embargo, todos tienen algo en común. Se trata de un elemento culinario, con poca presencia en su cocina tradicional, por lo que les resulta más fácil cambiar de grasa alimenticia, aunque tengan inferiores cualidades.

A pesar de lo comentado anteriormente, el consumo mundial, ha pasado de 2.700 millones de toneladas en el año 2.010, a más de 3.100, en la última campaña. Este incremento ha sido posible, gracias al incremento de la utilización del “oro líquido “en países que no solían tener este producto en sus cocinas. Por ejemplo, Estados Unidos ha incrementado su empleo en cerca de 200.000 Tm en los últimos 15 años, si bien desde el año 2015, la utilización del aceite ha quedado estancado, debido probablemente al alto precio de este. Tras los aranceles de Trump, seguramente el consumo se resentirá aún más. Otros países como Rusia, Brasil, Canadá, Japón o China han incrementado mucho sus consumos en los últimos 10 años, aunque salvo en el caso de Canadá, el consumo ha quedado estancado en el último bienio.

En el lado contrario nos encontramos a la Unión Europea, donde a pesar de que es el máximo consumidor de esta grasa vegetal, su consumo se ha resentido enormemente en estos años, disminuyendo en casi 450.000 Tm, desde los máximos de consumo en el año 2005. Desde entonces el consumo europeo no ha parado de bajar, siendo substituido este aceite por otros más baratos, como el de Girasol.

¿Y que hay de la producción? La producción mundial según datos del “International Olive Oil Council”, ha pasado en los últimos 20 años de 2.500 millones de toneladas a sobrepasar los 3.000 millones. Se trata de un incremento muy importante. Cuando hablamos de producción de aceite de oliva, debemos destacar a la unión Europa, con grandes productores como Italia, Grecia, desde hace unos pocos años Portugal, y especialmente España. 

Nuestro país, es el primer productor del mundo, representando aproximadamente el 60% de la producción de la Unión Europea y el 45% de la producción mundial. Solo en España la producción de la temporada pasada ascendió a 1.440.000 toneladas de aceite, lo que supone un incremento del 40% al de la temporada anterior, si bien ésta fue especialmente mala, debido a la sequía. 

Aparte de los productores europeos, han aparecido en escena otros países, sobre todo del norte de África y Asia, cuya producción comienza a ser más que respetable, habiendo duplicado su producción en los últimos años. De entre estos países tenemos que destacar las producciones de Marruecos (200.000 Tm), Túnez (120.000 Tm) o Turquía (183.000 Tm). En el caso de Turquía, la producción es prácticamente para consumo interno, siendo muy pocas las toneladas que se exportan.

Gracias a unos malos años climatológicamente hablando, han permitido que la producción (oferta) no se dispare tirando los precios a la baja, ya que la oferta podría ser mayor que la demanda. Con todo, el incremento de la producción en España y Portugal, así como la de otros países emergentes seguirá en aumento, ya que hay una alta producción plantada, y que aún no está rindiendo, o al menos no en su totalidad. Se estima que la producción podría llegar a corto plazo a los 4.000 millones de toneladas, casi mil más que las actuales. 

Atendiendo a los consumos y precios de los últimos años, y observando que la oferta crece exponencialmente, es inevitable que los precios bajen (aún mas de lo que lo están haciendo actualmente). Solo un cambio en la tendencia del consumo, podría mantener los precios a un nivel aceptable para el productor. Si bien es cierto, que con unos precios algo más bajos, se podría incrementar en cierta manera la demanda, pero quizás no todo lo necesario.

Alejandro Sánchez de Ibargüen

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