En esta nueva entrada me gustaría tratar de la situación económica de Venezuela. Para ello remontémonos al año 2001, cuando Chaves en un intento de reorganizar la economía, introdujo la reforma agraria y petrolífera. Aclarar que estos sectores son las dos fuentes económicas principales del país. Por cierto, ¿He dicho reforma? Quería decir expropiación.
Esto provocó fugas masivas de capital tanto extranjero como nacional. Quedaba
claro que el régimen bolivariano no tendría problemas en expropiar aquello que le
interesase, por lo que la desconfianza en este país era máxima.
El gobierno trató de contrarrestar estas fugas, interviniendo el mercado de
divisas, utilizando los dólares que tenían en su reserva para comprar el bolívar
masivamente e introduciendo un tipo de cambio fijo de 2,15 bolívares por dólar.
El dólar además solo podía ser comprado bajo condiciones muy estrictas: viajes al
extranjero e importación de bienes de primera necesidad. Estas medidas serán el
principio del fin para esta economía, como veremos unas líneas más abajo.
Volvamos al tipo de cambio fijo. ¿En qué consiste? Simplemente en asociar
el valor de una moneda local a la moneda de un país extranjero. En nuestro
caso, 1 dólar equivalía a 2,15 Bolívares. Si el dólar se apreciaba, lo haría también
el bolívar en la misma proporción y viceversa. Por tanto, no es el mercado el
que fija el precio, sino los políticos, con el riesgo que esto supone. En
Venezuela, una vez establecido el tipo de cambio fijo, nace inmediatamente un
mercado negro de dólares, en el cual el tipo de cambio era de unos 5 bolívares
por Dólar.
Para empeorar las cosas, en el año 2008 estalla la crisis financiera, y más
tarde el petróleo se hunde por debajo de los 40$ por barril, hundiendo un país en el que más del 95% de las
exportaciones son de petróleo. La deuda externa pasa en solo unos años de 41.000
millones a 134.000 millones de dólares (320%).
La solución dada, fue restringir el acceso en todos los casos al dólar al
tipo de cambio oficial. El efecto en el mercado negro fue que se pasó de los 8
bolívares del año 2011, a los 16 en el año 2012. Como además no podían importarse
bienes de primera necesidad, por no poder acceder a estos dólares, los
importadores tenían que recurrir al mercado negro, con el incremento por tanto
del coste de estas importaciones y trascendiendo en el cliente final. La inmediata repercusión,
tasas de inflación del 21% con salarios en el mejor de los casos iguales.
En el año 2013 muere Chávez,
siendo elegido Nicolás Maduro nuevo presidente. La desestabilización va en
aumento. Se permite de nuevo la compra de dólares, siendo el tipo de cambio oficial de un dólar por 6,13
bolívares (siendo el tipo de cambio real de 18). Una persona necesitaría unos
600 bolívares para obtener 100$ en el mercado oficial. Si tomaba estos dólares
y los vendía en el mercado negro obtenía 1.800$. Obtendría 1.200 bolívares de
beneficio sin esfuerzo .Ni el mejor bróker de Wall Street sacaría tanta rentabilidad
en tan poco tiempo.
Esto provocó un círculo
vicioso, el diferencial entre los tipos oficiales y los del mercado negro aumentaban cada día. Se llegaron a los 100 bolívares por dólar en el 2014 y 800 en el 2015.
Eran posibles rentabilidades superiores al 12.500% en el mercado negro. No hay
ceros de más. Son las rentabilidades reales que se obtenían.
Lógicamente todo el
mundo intentaba adquirir dólares para obtener estas ganancias desorbitadas e
importar bienes de contrabando. Se estima que en torno al 40% de los bienes
importados en el año 2014 eran de contrabando. Esta situación lógicamente solo
podía llevarnos al desastre.
Los bienes empezaron a
escasear y los precios eran desorbitados, para unos ciudadanos que simplemente
no podían acceder a ellos. Algunos de estos bienes tenían controles de
precios, para protegerlos de la alta inflación, pero algunos eran tan bajos, que
los precios eran inferiores que los que tenían los países vecinos, por lo que también
se empezó a traficar con estos bienes.
Situacion actual: solo hay
disponibles ciertos bienes al alcance del consumidor final de Venezuela, que
además son muy escasos y el resto de bienes son tan extremadamente caros que no
pueden permitírselos. Sin duda estamos ante una tragedia económica, que más
pronto que tarde provocará la quiebra del estado venezolano, teniendo que
emitir una nueva moneda, ya que el actual bolívar tiene poco valor y tiende a cero. Además,
salvo sorpresa acabará en un desastre humano más pronto que tarde. Esperemos
que me equivoque en este último punto.
Alejandro Sánchez de Ibargüen