En estos últimos días no he dejado de oír hablar sobre los Bitcoins. Las famosas criptomonedas no dejan de incrementar su valor exponencialmente. Sus futuros han comenzado incluso a cotizar en Chicago. Conocidos míos, que tienen conocimientos bastante vagos de economía, y aún menos de inversiones financieras, me preguntan cómo invertir en estas monedas virtuales, que ya cotizan por encima de los 16.000 USD.
A la pregunta
de mis amigos sobre invertir en Bitcoins, les respondí contándoles la famosa
anécdota de Rockefeller. El cual en el año 1.929, estaba sentado mientras un
joven limpiabotas le sacaba brillo a sus zapatos. El muchacho, le comentó sobre
las inversiones que él mismo tenía en bolsa, presumiendo de las altas
rentabilidades que estaba obteniendo en un corto periodo de tiempo.
En ese momento, el empresario tomó la decisión
de retirar sus fondos del mercado de valores. ¿Por qué? La respuesta es simple:
“cuando hasta tu limpiabotas invierte en bolsa, es el momento de retirarse”.
Rockefeller de esta forma, y gracias a su limpiabotas, no perdió hasta el último
dólar en aquella burbuja, que acabo en el crack del 29.
Viniendo al
tema, les comenté también sobre una de las primeras burbujas que se han producido en Europa. Ocurrió en el siglo XVII
en Holanda. Durante este siglo, Ámsterdam era uno de los puertos más
importantes de Europa, formándose en esos años una alta burguesía, como
consecuencia del comercio.
Estos ricos
comerciantes, rivalizaban entre ellos en ostentación de riqueza, con muebles,
pinturas y joyas. Nada tenían que envidiar a la de los grandes nobles de
otras nacionalidades.Una de las
formas de presumir frente a sus conciudadanos, fue la de tener Tulipanes en sus
jardines. Una flor que provenía de la lejana Turquía, y por supuesto mientras
más extravagantes fuese mejor.
Estas flores se pusieron de moda, y toda la alta
sociedad, como la clase media, las codiciaba. Como eran productos muy raros,
empezó una escalada en los precios de los bulbos de esta planta. Cada día,
estos valían más y más. Nadie imaginaba que estas bonitas flores, causarían el
caos pocos años más tarde.
A esta
locura, se unieron más tarde personas de todos los estratos sociales, que no
conocían el mercado, pero se veían atraídos por las fuertes ganancias en muy
poco tiempo. El dinero fácil se olía en el aire. ¿Les recuerda esto a algo?
Para que vean de la locura que hablamos, el salario
medio en Holanda era de unos 250 Florines, mientras que el bulbo de un tulipán podía
alcanzar un precio de 1.000 florines. Parecía que el precio nunca iba a parar
de subir, por lo que incluso familias con escasos recursos, llegaban a
intercambiar sus propias casas, ganados
e instrumentos de trabajo por bulbos de tulipanes.
El beneficio
era muy rápido, y parecía no existir riesgo. Incluso se llegó a crear un
mercado de futuros. Se vendían los bulbos que se plantaban antes de que
existiese la flor. Se llegaron a cometer auténticas locuras. Por ejemplo, un
comerciante muy rico, llegó a
intercambiar su mansión y su salario de 15 años por un tulipán muy raro
de diferentes colores, o un empresario que lo cambió por su fábrica de cerveza.
Finalmente en
el año 1.637, se produjo el crack. Los precios de repente empezaron a bajar, algo
que no entraba en la mente de estos holandeses. ¡Los tulipanes siempre iban a
valer más! Todo el mundo entró en pánico. Ya nadie quería esos tulipanes. En
pocos días, miles de familias se quedaron sin nada. Bueno, se quedaron con unos
bulbos, que realmente no tenían valor…
Con esta
pequeña historia, no quiero comparar los activos subyacentes (Tulipanes y
criptomonedas), sino la peligrosidad de entrar al trapo en este tipo de
burbujas. El precio de los bitcoins está completamente hinchado. No obstante, no creo que los bitcoins en si sean un mal activo, no obstante el precio podría desplomarse mañana mismo o dentro de dos años, pero lo hará (¿quizás llegue antes a 100.000 USD?). Recordemos que en los últimos años, ya estallaron burbujas como las puntocom, las inmobiliarias, petróleo, etc. En todo caso, los bitcoins merecen una entrada en si mismos.
Alejandro Sanchez de Ibargüen