¡Rendimientos excepcionales garantizados, en un abrir y cerrar de ojos! Si alguna vez te ofrecen algo así, huye y no mires atrás. Estás a punto de ser estafado y de perder todo tu dinero. En esta vida, nadie regala nada, y mucho menos en el complicado mundo de las finanzas. Si algo suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo sea.
Todas las estafas, sean de la índole que sean, suelen
exhibir señales de advertencia claras, que deberían alertarnos y hacernos
reconsiderar la idea de invertir. Quiero destacar tres:
La rentabilidad desproporcionada es una de las
primeras señales de alarma. En el ámbito financiero, la rentabilidad suele
estar directamente relacionada con el riesgo. Por lo tanto, si alguien promete
un rendimiento del 12% cuando el mercado ofrece solo un modesto 3%, es momento
de detenerse y reflexionar. Aunque pueda parecer tentador, ese nivel de
rentabilidad suele ser insostenible y, en muchos casos, oculta una trampa.
Podrías terminar perdiendo todo tu dinero antes de darte cuenta.
Ante esta sospecha, algunos estafadores intentarán convencerte de que prefieren trabajar al margen del sistema bancario. Sin embargo, es importante cuestionar por qué pagar hasta tres veces más por financiamiento que podrías obtener de manera tradicional. La resistencia de los bancos a prestar ciertas sumas de dinero suele deberse a un análisis de riesgo que no puedes ignorar. Dicho de otra forma, la banca nunca le prestaría ese dinero.
La presión también es una táctica comúnmente utilizada por los estafadores. Una vez que te presentan el producto, te presionan para que tomes una decisión rápidamente, argumentando que la oferta es válida por tiempo limitado. No os dejéis llevar por esta táctica agresiva; tómate el tiempo necesario para investigar y analizar la situación.
También es crucial prestar atención a la exclusividad
que prometen. Si te hacen creer que estás accediendo a algo que está fuera del
alcance de la mayoría, es probable que estén tratando de inflar tu ego para que
bajes la guardia.
Como bien dijo Benjamin Graham, el decano de Wall Street, las mayores pérdidas suelen venir de la mano de la compra de activos de baja calidad en tiempos de bonanza económica. Por eso es fundamental mantener la calma y la perspectiva, no dejarse llevar por la emoción y buscar siempre inversiones sólidas y fundamentadas.
Existen numerosos tipos de fraude, aunque quiero centrarme
en las tres más comunes:
En los esquemas piramidales los estafadores prometen
convertir una pequeña inversión en grandes ganancias en un corto período de tiempo.
Sin embargo, la realidad es que los participantes solo obtienen beneficios al
reclutar nuevos miembros al programa. La estructura básica de este esquema
implica que los primeros inversores recluten a nuevos inversores, quienes a su
vez reclutan a más personas, creando una estructura en forma de pirámide. Cada
nuevo inversor debe pagar una tarifa de entrada, parte de la cual se distribuye
a los inversores anteriores como ganancias. El estafador que inició el esquema
se beneficia al quedarse con una parte significativa de las tarifas de entrada.
Los esquemas Ponzi son otro tipo de fraude, en el que
el estafador recauda dinero de nuevos inversionistas y lo utiliza para pagar
supuestos retornos a inversionistas anteriores, en lugar de invertirlo como se
prometió. Al igual que los esquemas piramidales, los esquemas Ponzi dependen de
un flujo constante de efectivo entrante para mantenerse a flote, es decir
nuevas. Estos esquemas colapsan cuando no pueden atraer más inversores o cuando
los existentes intentan retirar su dinero, especialmente en las crisis
económicas.
Por último, las estafas de inversión inmobiliaria son
una trampa común en la que los estafadores engañan a los posibles inversores al
distorsionar el valor de la propiedad o exagerar el potencial de ganancias.
En resumen, en el mundo de las finanzas, la prudencia es la
clave. Antes de dar un paso adelante, siempre es mejor detenerse, investigar y
analizar todas las opciones. Recuerda, el dinero fácil y rápido rara vez es
real; la verdadera riqueza se construye con paciencia, diligencia y un buen
juicio financiero. No te dejes deslumbrar por las promesas vacías, y recuerda, es
mejor estar seguro que arrepentido.
Alejandro Sanchez de Ibarguen