Japón desgraciadamente es un país en el que fijaremos. Digo desgraciadamente, porque la crisis japonesa dura ya, cerca de 30 años. El estancamiento
económico y la deflación son dos de los grandes problemas que se han
encontrado, y que desgraciadamente, parece que ahora nos tocará vivirlo a
nosotros.
La economía nipona, apuntaba a ser la numero uno
durante los años 80, superando incluso a EEUU. Si ven alguna película futurista
de aquella época, observaran, que casi todas tienen influencias de este país
asiático.
Tras la segunda guerra mundial, y varias décadas creciendo
a cifras de dobles dígitos, a finales de los años 80, y bajo una ralentización
de la economía, el gobierno de japón comenzó a fomentar los créditos inmobiliarios.
Los intereses eran muy bajos, y el acceso a las hipotecas muy sencillo. Esto
provocó una burbuja inmobiliaria, sin precedentes. El palacio imperial de Tokio, llegó a
valer más que todo el estado de California. Y siempre que ocurren estas
situaciones absurdas, pasa lo mismo. La burbuja estalla.
En el año 1990, los activos inmobiliarios llegaron a descender
un 50% en un solo año, llegando la depreciación en muchos casos al 80%. El índice
Nikkei no corrió mejor suerte. Descendió otro 50%. En los siguientes años quebraron bancos, y se formaron largas colas para retirar dinero de los bancos, situaciones parecidas vividas en países sudamericanos recientemente. Esa crisis la siguen
sufriendo los ciudadanos japones.
¿Como es posible? Para empezar el ciudadano japonés, suele
ser bastante ahorrador, por lo que el consumo y el gasto privado se derrumbó, ralentizando
el crecimiento de la economía, e incluso existiendo periodos de deflación, es decir, inflación negativa. Las
empresas viendo que se consumía menos, realizaron menos inversiones en
maquinaria, industria, etc, ya que no tenían incentivos, debido a las malas perspectivas económicas.
Para solucionar este problema el primer ministro, Shinzo
Abe, promovió una política de expansión monetaria, es decir “imprimir billetes”
para incrementar el consumo. También redujo los tipos de interés hasta
llevarlos a niveles negativos o muy cercanos a 0, y finalmente se endeudó. Unas políticas muy parecidas al QE y barra
libre a los bancos, desarrollado por el BCE. Para más inri, tienen una deuda
gigantesca e inasumible. Su deuda triplica su PIB. Es por ello, que en muchos sentidos, Japon es un espejo donde mirarse... desgraciadamente.
Si bien es cierto, que se ha conseguido incrementar ligeramente
la inflación, sin llegar en ningún caso al 2% establecido como objetivo por el
gobierno japonés, así como acumular varios trimestres consecutivos de crecimiento antes de la aparición del COVID,
Japon ha caído en una trampa de liquidez. Es decir, a pesar de que sea fácil y
barato obtener préstamos, el consumo sigue siendo bajo, y no se incrementa. Seguro que conoces a familiares y a amigos, que no compran determinados bienes, como casas o coches, esperando a que todo baje más, o por miedo a la incertidumbre económica.
Las
empresas privadas, viendo la situación, siguen sin invertir y acumulan miles de millones de dólares en sus cajas. Una cantidad que lo sitúa como el país,
cuyas empresas tienen mayores reservas de liquidez. En eso desgraciadamente, de momento, no nos parecemos.
cuyas empresas tienen mayores reservas de liquidez. En eso desgraciadamente, de momento, no nos parecemos.
Todo esto conlleva un gran problema, cuando la inflaccion comience a subir, el gobierno debería de subir los tipos de interés ¿Qué ocurrirá entonces? El consumo directamente se hundirá,
y así lo hará la economía japonesa. Parece que el gobierno de japón está atado
de pies y manos.
Alejandro Sanchez de Ibargüen
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